
Nada más lejos que pretender generalizar sobre este tema: hay muchas realidades distintas. Aquí nos centramos en ‘un’ ejemplo de nuestro mundo occidental y privilegiado, dicho sea de paso.
Es recurrente: las derechas siempre quieren que el aborto se penalice. Vuelven una y otra vez a proponer retrocesos en la legislación.
Cuando se oyen opiniones sobre este tema te llegas a preguntar si todos los hombres saben que los niños no vienen de París.
Confirmado:
los niños no vienen de París.
Las mujeres, en cambio, sabemos que el riesgo de embarazo está presente en cualquier relación, que los métodos anticonceptivos pueden fallar y que seguir adelante con un embarazo no deseado perjudica a la madre, que la vida que cambia es la de la madre y que el padre, como mucho, sentirá una especie de ‘responsabilidad en abstracto’ que nunca termina de definirse bien, salvo en aquello de considerarse propietario de lo que ‘su’ espermatozoide haya fecundado, incluso sin querer.
Razones de moral religiosa llevan a oponerse al aborto, solo al padre, porque la madre que tiene asumidos esos principios, ni se lo plantea.
Daremos por hecho que tanto el hombre como la mujer tienen convicciones profundas. El conflicto surgiría cuando el hombre piensa que el embarazo tiene que seguir adelante y la mujer piensa lo contrario. ¿Los principios de quién son los que deben prevalecer?
Pues parece que las leyes ‘con carga moral’ aparecen justamente cuando el hombre apela a la justicia para impedir que interrumpa su embarazo la mujer que espera un hijo ‘suyo’ (¿no es de los dos?). Y esto no ocurre hasta época reciente. y, esto, queda claro, tiene que ver con considerarse propietario tanto de la mujer como del hijo que podrá hacer más grande su hacienda.
Ya en el antiguo Egipto se tiene constancia de prácticas abortistas como se atestigua en el Papiro de Ebers, un tratado de medicina que data de 1550 a.C., es decir, hace 3.574 años. Y eso que ya recoge conocimientos anteriores.
También los griegos, cuna de nuestra cultura, asumían el aborto y así se mantuvo, como cosa natural, con todos los riesgos que comporta la utilización de hierbas y otras prácticas, hasta que hubo posibilidad del aborto quirúrgico, que no apareció hasta el siglo XIX, lo que mejoraba las condiciones en que se practicaban.
Porque, sí, confirmado:
el aborto es una cuestión de salud, tanto física como mental.
Y sí, confirmado:
si no hay seguridad sanitaria, la mujer seguirá arriesgando su vida utilizando métodos en condiciones precarias.
Esa es la cuestión:
garantizar que todas las mujeres tengan una atención sanitaria sexual y reproductiva de calidad.
Algunos datos que llaman la atención
En España, según el Guttmacher Institute, en el periodo 2015-2019, se produjeron un total de 595.000 embarazos anuales. De ellos, 215.000 embarazos fueron no deseados y 92.600 terminaron en aborto. La proporción de embarazos no deseados que acaban en aborto se mantuvo en torno al 43%.
Sobre estos datos también hay preguntas que hacerse: ¿cuáles son las razones por las que solo un 43% de embarazos no deseados termina en aborto? ¿tendrán una buena vida esos niños o niñas no deseados? ¿cuántos abortos no contabilizados hay anualmente? … que cada cual lo piense si lo desea.
Retroceso legislativo
Lo cierto es que todas estas razones se dan en un escenario europeo y, hay que insistir, privilegiado.
Lo cierto, también, es que se calcula que, cada año, se realizan 25 millones de abortos inseguros en el mundo.
Lo cierto, también, es que, en Europa, donde las condiciones sanitarias (todas) se deberían considerar irrenunciables, las derechas pretenden abocarnos de nuevo a la inseguridad, cambiando legislaciones o manteniendo aquellas que penalizan el aborto. Parece que nos quieren de nuevo con peineta de teja y mantilla.
Porque sí, esto también tiene que ver con la ideología, a pesar de que nos quieran imponer inmoralidades que, como hemos visto, no existían antes de que se encargaran las religiones de estos temas. Y está claro que una mujer con convicciones antiabortistas, sean religiosas o de otra clase, ni se plantearía interrumpir su embarazo.
Por cierto, ¿son ellas las que deciden libremente seguir adelante con embarazos no deseados que citábamos antes en las estadísticas? … también para pensar.
Campaña ‘Mi voz, mi decisión’
La campaña ‘Mi voz, mi decisión’ que recoge firmas para garantizar el derecho al aborto ‘gratuito, seguro y accesible’ a todas las ciudadanas dentro de la Unión Europea.
Es una Iniciativa Ciudadana europea para recordar a quienes nos gobiernan que las leyes no deben redactarse según sus intereses políticos, a menudo sin el conocimiento y/o consentimiento de las personas, sino para beneficio de la ciudadanía.
Puedes consultar la iniciativa ciudadana y firmar aquí

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