

El carnaval es una fiesta internacional que, aunque se desarrolle con variaciones en cada uno de los lugares en los que se celebra, siempre tiene en común el mismo espíritu de diversión, humor y permisividad.
Su origen se remonta a cinco mil años de antigüedad. Se celebraba ya en Sumeria y Egipto, después griegos y romanos lo extendieron por Europa y en el siglo XV españoles y portugueses lo llevaron a América. Tan antiguo, extendido e importante es el carnaval como fenómeno cultural que hay innumerables obras en las que se le cita o se ensalza. Así aparece en El libro del buen amor de Arcipreste de Hita o Gargantúa y Pantagruel de Rabalais, en pinturas de Bruhegel o de Goya, y en obras musicales de Dvorak, Berlioz, Schumann y Verdi.
Las cabalgatas, desfiles de disfraces, carrozas, danzas y bailes están presentes en la mayoría de carnavales. La parodia de las autoridades, religiosas o políticas, la exaltación de lo pagano y de la libertad sexual, muchas veces se realiza en forma de canción, con diversas características: murgas, rondallas, coros, romanceros, comparsas, chirigotas… En algunas zonas la fiesta incluye la tradición de arrojarse cosas u objetos unos a otros: agua, harina, frutas, huevos…También para la gastronomía hay costumbres particulares de consumir según qué productos y en cantidades extraordinarias.
El disfraz o las máscaras tienen su origen en preservar la identidad y sentirse libres para actuar o decir lo que venga en gana sin temor a represalias morales o de cualquier tipo. La libertad más absoluta. Por eso ha habido épocas en que la Iglesia o dictaduras políticas lo han prohibido o perseguido. En la actualidad el disfraz ya no oculta necesariamente la identidad de quien lo lleva, pero el fondo, su razón de ser, es la misma, transformarse en otra persona, ridiculizar, criticar…, hombres que se disfrazan de mujer o al revés, vestir trajes de oficios o profesiones que uno jamás será, y actos que fuera de carnaval serían considerados escandalosos, cualquier cosa vale. Esa es la esencia.
En nuestro país los de Cádiz son, quizá, los más famosos, pero también los hay en Badajoz, Albacete, Mérida, Santoña, Tenerife, Alsasua, Biescas, Bilbao, Verín, Navalmoral de la Mata… con características y costumbres diferentes según la zona, también difieren en la duración y fechas, pero aun así en todos está presente la música, los desfiles y los disfraces, es el carnaval el tiempo de la exaltación de todos los placeres mundanos, pues está en su naturaleza transgredir las normas sociales, practicar la crítica y la burla sin limites de cuestiones políticas, sociales o religiosas.
Hay zonas donde se realizan romerías, o procesiones burlescas en los que se fabrica un muñeco al que se saca montado en burro o en andas y que acaba decapitado o quemado o enterrado. También hay dioses del carnaval, en Cádiz, por ejemplo, el dios Momo. El entierro de la sardina suele marcar el fin del carnaval, siendo la víspera del Miércoles de ceniza o ese mismo día.
En todo caso, cada ciudad o pueblo representa su propio carnaval, y cuando se trata de recuperarlo, se hace según su razón de ser, es decir, como se quiera, como a cada cual le de la gana.
¡A DISFRUTAR!
Para ir abriendo boca aquí podéis escuchar una chirigota apropiada a los tiempos que corren
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